CREENCIAS FALSAS O SESGADAS ACERCA DEL SUICIDIO: LOS MITOS (1).

 

El suicidio es un fenómeno de gran complejidad y gravedad en las sociedad actual. Existen en la población general una serie de creencias implantadas desde hace mucho tiempo sobre este tema que están sesgadas o son directamente erróneas. ¿Por qué?. Es posible que las respuestas (posiblemente habrá más de una) sean más sociológicas o filosóficas que psicológicas. El tener una idea falsa o sesgada de las causas del suicidio quizá pueda producirnos un alivio temporal en el desasosiego que nos produce este asunto y también nuestra disonancia cognitiva es menor si pensamos de una manera similar a las personas de nuestro entorno. Es factible que queramos identificar el suicido como algo que no nos incumbe, que le pasa o le puede pasar a personas muy diferentes de nosotros o de nuestros seres queridos.

Estos son algunos de los mitos o tópicos actuales (falsos o sesgados) sobre el suicidio:

  1. El auténtico suicida es discreto: «no lo cuenta».

Existe un mito según el cual aquél que quiere terminar con la propia vida no lo va «pregonando por ahí» y lo hace directamente, sin avisar. Digamos que no nos hace perder el tiempo. La frase «sólo busca llamar la atención» resume muy bien la creencia popular. Ojo, esto no quita que algunas personas ejerzan la amenaza del suicido como medio para manipular o amenazar, ejerciendo un tipo de violencia psicológica totalmente deleznable que podemos calificar de maltrato, muy habitual desgraciadamente en la violencia de género y en la intrafamiliar (sobre todo de hijos a padres).

Sin embargo, volviendo al tema que nos ocupa en este artículo, remitiéndonos a la mayor parte de los estudios que se han realizado sobre el suicidio, hay una conclusión general  (80-90% de los casos) de que el suicida suele dar signos claros de comunicación durante el periodo previo. En contra de lo que pueda parecer, en general la persona se siente muy insegura en su decisión y tiene una necesidad de contarlo, ya sea como petición de ayuda para evitarlo o bien como ponderación, para tomar la decisión «correcta».

Conclusión: no todas las personas que amenazan con suicidarse lo van a hacer finalmente, pero sí que la mayor parte de los personas que van a suicidarse, lo van a comunicar de alguna forma en los días previos. Por ello merece la pena tomarse muy en serio la «falta de discreción».

  1. El suicidio es algo «impulsivo» y no racional.

Mucha gente piensa que hay poco que hacer con los intentos autolíticos porque se trata de algo que les sucede a las «personas impulsivas» que no pueden controlarse. Es cierto que bajo el efecto de las drogas o el alcohol hay una mayor desinhibición y el peligro es mayor, pero en general el suicidio se produce tras una largo proceso de toma de decisiones completamente racional. En muchos casos el suicida analiza los pros y los contras, deja tiempo para madurar su idea, contrasta y finamente toma su decisión. Incluso muchas  personas que realizan el acto autolítico bajo los efectos del alcohol o drogas, han tomando previamente la decisión de forma racional, usando el consumo como una ayuda en sus objetivos.

  1. Cuando se ha tomado la decisión, poco podemos hacer porque es totalmente firme e inamovible.

Paradojicamente esta creencia es incompatible con la de la impulsividad. Muchas gente piensa por una parte que el suicida es una persona que no controla sus impulsos y que se suicida en un momento de «enajenación», y por otra que una vez tomada la decisión de suicidarse no se puede hacer nada para que el suicida cambie su parecer porque es una decisión firme.  Así es el intelecto humano, lleno de contradicciones.

El caso es que la decisión de suicidarse suele estar abierta a revisión hasta el final y por eso el suicida de una forma consciente o inconsciente busca comunicar su proyecto y tener la opción de cambiarlo. De alguna forma la mayor parte de las personas que se quieren suicidar buscan una última oportunidad para no hacerlo.

 

  1. El suicidio está asociado a causas económicas.

Las estadísticas del suicidio hablan de un pequeño aumento sostenido en los últimos años, pero de forma independiente a las cifras de crecimiento económico, paro, etc. Salvo casos puntuales no hay una relación directa con la situación económica y menos aún con la renta per cápita, crecimiento económico u otras variables macroeconómicas. Es evidente que las crisis económicas producen sufrimiento en muchas personas y que empresarios endeudados de por vida tras una quiebra o parados de larga duración van a tener unos ratios de suicidio superiores al resto de población. Sin embargo tras múltiples estudios realizados en todo el mundo desde la Segunda Guerra Mundial , no se puede hablar de una relación clara entre economía y suicidio.

 

(Continuará).

 

Luis Ariño

Psicólogo en Zaragoza

www.psicologo-zaragoza.net